La siguiente cita, la de mi tratamiento, fue rápida pero
intensa, ecografía incluida (que ya echaba yo de menos espatarrarme en la
consulta de mi gine).
Comenzamos el tratamiento. La cita fue el jueves, así que me
ha mandado tres días más de píldora. El viernes me tuve que pinchar Decapteptyl
de 3,75mg y el domingo tomé mi última píldora. Ahora a esperar a que me baje la
warry para empezar con la meriestra.
Mi gine calcula que la transferencia será entre el 15 y 20
de noviembre, pero siempre en función de mi regla y del tratamiento de mi
donante.
De mi “hada”, como muchas blogueras llaman a su donante en
las redes, pocos datos me dieron porque mi gine dice que es mejor no saber. Yo
la verdad no me he planteado nada respecto a ella, me fio de mi gine, que dice
que encaja muy bien conmigo. Sólo sé que ronda los veintitantos (a mi mente vienen
los 28 pero eso es algo que mi imaginación ha creado por su cuenta), y sobre
todo y lo más importante tiene fertilidad probada porque tiene un hijo propio.
Una cosa curiosa desde que empezamos en serio con este nuevo
tratamiento, es que tengo una sensación extraña. Por un lado nervios y mucha
ilusión de que salga bien; y por otro, tranquilidad absoluta de que la parte
clave no depende de mí. Si, ya sé que muchas pensareis que la parte clave del
tratamiento es que se queden conmigo 9 meses, pero no, para mí la parte clave
es que haya embriones sanos y fuertes y que evolucionen, y que pasen del tercer
día e incluso lleguen al quinto. Eso para mí ya es un triunfo, porque con mis óvulos,
nuestros embriones dejan de crecer al tercer día por lo que la probabilidad de
que evolucionen dentro de mi es más que baja por no decir nula. Así que si,
puedo afirmar que con la ovodonación me he quitado un peso de encima. Para
empezar no tengo que pasar por el rollo del tratamiento que suponen los
pinchazos diarios, las ecos y la punción. Como no tengo que pasar por todo ese
proceso, también me quito de un plumazo ese estrés antes de cada eco por saber
si todo va bien y los folis van creciendo como debe de ser. Tampoco tengo que someter
a mi cuerpo a una nueva sobre medicación que, después de 4 Fiv, ya podría
empezar a resultar peligrosa. Y tampoco tengo que pasar los efectos secundarios
de la punción, que sin ser excesivamente molestos, tampoco son plato de gusto.
Lo cierto es que me siento muy, pero que muy tranquila, es
como que esto no va conmigo, como que mi papel es secundario, pero sobre todo
me siento con menos responsabilidad y eso me ha aligerado mucho el viaje. El
otro día le comentaba esta sensación a marido, y el pobre me decía que ahora
todo el “marrón” era para él. Que si algo fallaba sería por su culpa…. Ay
pobre!, me debió de ver tan tranquila que se sintió un poco solo en esto… Pero
ya le tranquilice yo: ¡si en ninguno de los tratamientos anteriores ha habido
ni un solo problema con tus solados. Si siempre han sido muchos, rápidos y
fuertotes, de qué tienes que preocuparte!! Y se quedó más tranquilo.
En fin, no sé si es cuestión de conformismo, o capacidad de
adaptación, pero me siento feliz, segura y sobre todo muy tranquila. Con ganas
de que llegue ya el día de la transferencia porque tengo la corazonada de que
esta vez sí que nos va a cambiar al vida.
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