Hoy quiero hablaros de la famosa betaespera.
Durante nuestra aventura de búsqueda de
5 años, hemos pasado por 9 betaesperas que se dice pronto: 3 IA, 4 Fivs, 1
transfe de congelados y 1 ovo. Y he deciros que cada una de ellas las he
llevado de distinta forma pero con los mismos miedos e incertidumbres.
La betaespera es un periodo de dos
semanas aprox en el que tras haberte sometido a un tratamiento de fertilidad
tienes que esperar a que te hagan, normalmente, una prueba en sangre, en algunos
sitios un test de embarazo, que confirme si el resultado del tratamiento ha
sido positivo o negativo, es decir, si hay o no embarazo.
En mi opinión, la betaespera es el
momento más duro del tratamiento. Si las babyhunters estamos acostumbradas a
esperar: esperamos para las citas, esperamos para los resultados, esperamos
para las miles de pruebas, si por el camino hay que solucionar algún tema
seguimos esperando y sobre todo mes a mes esperamos que se dé el milagro del
método natural; la espera de la beta es el momento más tenso de todos. Y si lo
hablas con alguien que no esté metido en estos temas, te dirá que esos días hay
que estar tranquilos, confiados y que debería ser un momento muy feliz porque
hay muchas posibilidades de que salga bien y que el estar positivo es muy importante,
y también el estar relajado y que si no te obsesionas lo conseguirás. Sin duda
alguna, eso es lo que nos diría alguien que no sabe ni por asomo, una décima
parte de lo que sufrimos.
Mis primeras betaesperas fueron
llevaderas, no confiaba mucho en las IA, y en la tercera ya sabía perfectamente
que me iba a bajar la regla cinco días antes de la beta, con lo cual, aunque
resultaba bastante decepcionante y lo pasaba mal, iba a la beta sabiendo que
iba a ser negativo, y aunque esperar la llamada del laboratorio siempre era
estresante, en el fondo saber lo que te iban a decir como que ayudaba a templar
los nervios y a estar un poco más relajada.
Las betaesperas de las Fivs ya eran otra
cosa, aquí los tratamientos son más eficaces y cuando comienzas tienes miles de
esperanzas de que ahora sí lo conseguirás… Eso me pasó a mí, por eso la primera
beta negativa fue un mazazo muy gordo. Además en las Fivs hay que sumar a la tensión
del tratamiento, la carga hormonal que llevamos encima, por lo que el llevar la
betaespera de una manera tranquila y sosegada es más que difícil.
El resto de las betas durante mis Fivs
fueron cada una más duras porque cada vez pones más ilusiones, cada vez
piensas que ésta va a ser la tuya, y cada negativo es un escaloncito hacia el
pozo por el que vas bajando. Al final, y siendo ya casi consciente de mi
problema (mala calidad ovocitaria), la última betaespera de congelados fue la
menos dura, probablemente porque no tenía apenas confianza en mis embriones y
además porque llega un momento que te vas haciendo dura y vas asumiendo que la
lucha no tiene porque que dar siempre sus frutos.
Sin embargo en la betaespera de la ovo
me pasó una cosa curiosa, fue la única betaespera que comencé con la plena
confianza de que esta vez sí sería positivo. También es cierto que me tomé un
tiempo hasta tomar la decisión de iniciar el tratamiento (como ya conté en esta
entrada de mi duelo genético). Y que en ese tiempo, me dediqué a
organizar mi vida, me apunté a varias actividades por la tarde después del
trabajo y trate de no centrarla solo en el tema que me había estado
obsesionando durante los últimos años. Y como he dicho antes, esa betaespera fue
la más confiada y en la que tuve la cabeza ocupada más en otras cosas que en lo
que estaba a punto de sucederme.
Así que desde aquí os digo en mi modesta
opinión, que si estáis en estos momentos a punto de pasar una betaespera, o estáis
ya en ella, que tratareis de ser conscientes de vuestras posibilidades. Ser
positivo es bueno, pero también ser excesivamente confiado te lleva a llevarte
chascos innecesarios. Hay que saber que los tratamientos tienen unos índices de
éxito de entre el 40 y 50% en función de cada caso, y a medida que avanzan las
Fiv, las probabilidades de éxito sólo aumentan un 5% en cada tratamiento y a
partir del 4-5 se estancan.
También es importante darse cuenta que
nuestra vida no puede girar en torno a tener un hijo, a mí me costó mucho
asumirlo y afrontar que quizás la vida no me iba a deparar un futuro como yo había
soñado, es difícil, no lo niego, pero con trabajo y esfuerzo se puede conseguir.
Es importante encontrar otras motivaciones, otras ilusiones que nos llenen de
felicidad mientas seguimos intentándolo. En otra entrada os contaré como
conseguí relajarme en el tema de la búsqueda y conseguí alcanzar un estado zen
más tranquilo calmado y consciente, que sin duda me ayudó en mis últimos
tratamientos a asumir los negativos como algo natural y no como frustración.
¿Y vosotras, cómo han sido/ son vuestras betaesperas?